20060628

La Serpiente Primigenia I

En el principio era el Vacío, y la Conciencia del Vacío.
He aquí que sólo existo Yo, dijo la Conciencia del Vacío, y sí he de crear más como yo, he de tomar sustancia de mí mismo, pues no existe nada más.
Y he aquí que el vacío era la ausencia de todas las cosas que después fueron, pero también era la consumación de todas las cosas, que lo contiene todo, pues nada más existía antes y a El regresarán todas las cosas.
La Conciencia del Vacío se discriminó a sí mismo, y he aquí que dio nacimiento a la Serpiente Primigenia.
Y dicen los Dal’Shadoth, que son Los que Saben, que la Serpiente Primigenia era de tal magnitud, que no existía nada más, y que la cola de la Serpiente desconocía la existencia de su cabeza, y su cabeza ignoraba que existía su cola. Y cuando la Serpiente Primigenia se encontraba con su propia cola, la confundía con Algo Más, y la devoraba, devorándose a sí misma para luego vomitarse de nuevo a la existencia, cada vez idéntica y sin cambio alguno.
Se dice que la Serpiente Primigenia vagó en el vacío, desconociendo del todo a la Conciencia del Vacío, durante incontables edades. Y ocurría que cada vez que la Serpiente mudaba de piel, la anterior carcasa se convertía en una sombra viviente de la Serpiente; y como ésta, vagaba por el vacío, en tamaño menor que la Primera pero aun inmensas, aun devorando su cola en cuanto la veían, y siendo devoradas a su vez cuando luchaban con la Serpiente Primigenia. Dicen las leyendas que las Sombras de la Serpiente fueron en número de miles, que su tamaño era de la mitad que la Serpiente Primigenia.
Durante incontables edades las Sombras de la Serpiente existieron, luchando unas con otras, escapando a la Serpiente Primigenia para que no la devorara, devorando sus propias colas, y apareándose entre ellas, dando lugar a serpientes que eran Hijas de las Sombras, que fueron en número de millones y que sus tamaños eran la mitad de las Sombras de la Serpiente.
Y se dice que las Hijas de las Sombras eran en su naturaleza iguales a las Sombras y a la Serpiente, de forma que luchaban unas con otras, devoraban sus propias colas al verlas y escapaban de las Sombras y de la Serpiente para que no las devoraran a su vez. Y entre ellas mismas también se apareaban, dando lugar al Pueblo de las Serpientes, en número de decenas de millones, que eran de tamaño tal que vivían sobre el lomo, los costados y el vientre de la Serpiente Primigenia, quien las devoraba en cuanto las descubría.
Se cuenta que la Serpiente Primigenia, las Sombras de la Serpiente, las Hijas de las Sombras y el Pueblo de la Serpiente, todas eran iguales en naturaleza y desconocían sus propios cuerpos, siendo así que eran serpientes, sin miembros, y que vivían para luchar, devorar, escapar y aparearse.
Dicen los Dal’Shadoth que todas las criaturas existieron en el vacío durante más edades de las que ha conocido el Universo. Pero que la Era de las Serpientes comenzó a su fin el día en que, lo más lejos que se podía estar de la Serpiente Primigenia y lo más cerca del Vacío, nació como parte del Pueblo de la Serpiente una que era distinta a las demás, pues nada más nacer dijo: “He aquí que Yo Soy, y he aquí que este es mi cuerpo, y no devoraré mi cola pues con ello me devoro a mí mismo, y con ello me hago nacer de nuevo, idéntico y sin cambio de como siempre fui”. Y ocurrió que a esa serpiente le nació un aguijón en la cola.
Y esta serpiente del aguijón también luchaba y escapaba, pero no devoraba ni se apareaba, sino que daba muerte con su aguijón a sus enemigos, así fueran del Pueblo de la Serpiente, de las Hijas de las Sombras y aún Sombras de la Serpiente. Y ocurría que cuando la serpiente del aguijón mataba a sus enemigos, de sus cuerpos emergían criaturas como ella, que igualmente portaban aguijón y a las que enseñaba a decir: “He aquí que Yo Soy, y he aquí que este es mí cuerpo, y no devoraré mi cola pues con ello me devoro a mí mismo, y con ello me hago nacer de nuevo, idéntico y sin cambio de como siempre fui”. Y a este nuevo pueblo se le llamó el Pueblo del Aguijón, y eran temidos por las demás criaturas del vacío.
Ocurrió entonces que en el Ocaso de la Edad de las Serpientes, una de las más viejas sombras, antes de ser muerta por la Serpiente del Aguijón, dijo a esta: “He aquí que tú eres maldita, pues llevas contigo la muerte de la presente Era y la extinción de las Emanaciones de la Serpiente. Te teman y odien todas las criaturas del vacío, aun el mismo Pueblo del Aguijón, de quien eres reina”. Y cuando esta vieja Sombra murió, de su cadáver nació una serpiente con aguijón que era de color rojo como la sangre, y que incordiaba cada vez que podía a la Serpiente del Aguijón, pues había nacido sabiendo lo que ocurriría a su Pueblo por causa de la aquella; esta serpiente se llamó la Serpiente Roja.
Dado que la paz no llegaba entre las criaturas del vacío y el Pueblo del Aguijón, ocurrió que la Serpiente Primigenia se hartó de la guerra, y decidió devorar a la Serpiente del Aguijón, a la que persiguió incansable a lo largo de todo su cuerpo.
Y la Serpiente Primigenia devoró a la Serpiente del Aguijón.
Gran tristeza cundió entre el Pueblo del Aguijón al saber perdido a su rey, en todos excepto la Serpiente Roja, quien profetizó el regreso de la Serpiente del Aguijón, así como un terrible destino para su pueblo cuando regresara.
Pasaron tres edades, en las que las criaturas del vacío persiguieron y dieron muerte al Pueblo del Aguijón, excepto a aquellos que siguieron a la Serpiente Roja, pero al final de esas tres edades, la Serpiente Primigenia dio existencia a la Serpiente del Aguijón, pero en vez de vomitarla, la dio a nacer como a un hijo, y al haber ocurrido esto, su voluntad flaqueó y dijo: “He aquí que vuelves, no como una sombra mía, o una hija de las sombras, ni como uno del pueblo de la serpiente o del pueblo del aguijón, sino como hijo mío. Por ello no puedo matarte ni devorarte de nuevo, y te dejaré vivir”.
Pero la Serpiente del Aguijón no vivió mucho tiempo, pues media edad después de haber regresado entre su pueblo, sintió terribles dolores y mudó de piel, pero al hacerlo, ya no fue igual, y dijo: “He aquí que no soy más una serpiente, sin miembros, ni alas o aletas, sino que tengo cuatro brazos y cuatro piernas, y tengo dos cabezas, cuatro alas y cuatro aletas, y he perdido mi aguijón, he aquí que no sé qué soy”.
Y la Serpiente del Aguijón, que era ahora la Creatura Nueva, vagó en solitario, y dijo: “He aquí que estoy solo, pero tengo cuatro brazos, cuando sólo necesito dos, y tengo cuatro piernas, cuando sólo necesito dos, y tengo dos cabezas, cuando mis pensamientos pueden residir sólo en una, y de mis cuatro alas solo empleo dos, y de mis cuatro aletas sólo dos me son de utilidad. Así pues, me heriré y partiré en dos mi cuerpo, y seré mi propia compañía”.
Cuentan los Dal’Shadoth que con gran dolor, Creatura Nueva se convirtió en dos, y que estos dos eran iguales en todo, excepto que uno era macho y el otro hembra. Y ocurrió que las dos Criaturas Nuevas se aparearon, y dieron lugar a un nuevo pueblo, el Pueblo de los Nuevos, que era fuente de asombro para todas las criaturas y pueblos del vacío.
Ocurrió también que después de dar existencia a la Creatura Nueva, la Serpiente Primigenia no mudó más de piel sino una vez, y que esta última no se convirtió en una Sombra, sino que la Serpiente tomó su carcasa y dijo a la Criatura Nueva y su Pueblo Nuevo: “He aquí que esta carcasa, enorme e infinita para tu pueblo, te sirva de hogar a ti y a los tuyos, pues las serpientes temen a tu Pueblo y no desean verlo entre ellos”.
Y el Pueblo Nuevo habitó en la carcasa de la Serpiente Primigenia, como en infinitas galerías de cavernas, y durante edades se multiplicaron. Pero el Pueblo del Aguijón odiaba al Pueblo Nuevo, pues decían: “He aquí que el Pueblo Nuevo es engendro bastardo de nuestro rey, que nos ha abandonado por ellos y ha sido muerto por las dos Criaturas Nuevas. Demos guerra pues al Pueblo Nuevo y no los dejemos vivir en paz, sino que extingámoslos por habernos quitado a nuestro rey”.
Y de nuevo Serpiente Roja, entre el Pueblo del Aguijón, que de nuevo se contaban sus número por miles, dijo: “No, no guerreemos contra el Pueblo Nuevo, pues estaba dicho que Serpiente del Aguijón abandonara a su pueblo, y si les damos guerra, peor será la suerte para las Serpientes”. Pero el Pueblo del Aguijón no escuchó al más sabio de entre ellos, que dijo: “He aquí que deben seguirme quienes crean que no debe haber guerra, y aún quienes desean la muerte de la Criatura Nueva, más quienes desean guerrear contra el Pueblo Nuevo, quédense y peleen, y traigan la desgracia sobre las Serpientes, pues el Pueblo Nuevo es pueblo de dioses y grandes hechiceros”. Y fue que sólo la tercera parte del Pueblo del Aguijón siguió a Serpiente Roja, y los demás se quedaron a hacer la guerra al Pueblo Nuevo.
Dicen las leyendas que la Primer Gran Guerra se libró en el vacío, cuando el Pueblo del Aguijón acaudilló a las demás serpientes y las lanzó contra el Pueblo Nuevo, que les resultaban extraños y temibles, y de temibles artes.
Pues ocurría que en efecto, el Pueblo Nuevo había descubierto artes y magias, y que aunque estaban lo más lejos que se podía estar de la Serpiente Primigenia, no ignoraban al vacío, sino que lo temían y despreciaban, pues consideraban que mucho podía construirse en él. Y cuando se escucharon los gritos de guerra de las Sombras, las Hijas de las Sombras, del Pueblo de la Serpiente y del Pueblo del Aguijón, la Criatura Nueva dijo: “He aquí que vienen con guerra, démosles guerra, pues con su muerte hemos de crear el Universo”
Una edad duró la guerra, al final de la cual, la Serpiente Primigenia se acercó a su costado y dijo: “He aquí que las Serpientes y los Dioses luchan, pero su lucha me ha cansado, y como son igualmente poderosos, ninguno de ellos parece ganar. Pero siendo como soy, serpiente, he de luchar al lado de los míos”.
El Pueblo Nuevo se atemorizó cuando escucho el grito de batalla de la Serpiente Primigenia, pues dijeron: “¿Qué podemos hacer contra la que ha existido por siempre, y de cuya materia somos?”
Pero la Criatura Nueva dijo: “He aquí que yo lucharé contra la Serpiente Primigenia. Y como veo que Serpiente Roja no está entre los guerreros, sé que la victoria sólo puede ser mía”.
Ante las palabras de la Criatura Nueva, la Serpiente Primigenia dijo: “Si bien una vez te prometí no devorarte, he aquí que hoy falto a mi promesa, pues es mejor que no existas”.
Y la Serpiente Primigenia y la Criatura Nueva lucharon, y ninguno parecía ganar, pues ante la descomunal fuerza de la que fue primero, el ingenio y las artes del nuevo eran gran rival. Más ocurrió entonces que la Serpiente Roja, disfrazada de Sombra, se acercó al campo de batalla y con su aguijó hirió a la Criatura Nueva, que cayó y fue devorada por la Serpiente Primigenia. Y la Serpiente Roja dijo: “Ay de mí, qué he hecho”, y huyó lejos, aun más lejos que donde aguardaban aquellas serpientes de aguijón que lo siguieron.
La Criatura Nueva estuvo dentro de la Serpiente Primigenia y dijo: “Ya he estado aquí antes, y conozco los laberintos. Y sé, por que lo veo de nuevo, que nada es distinto fuera que dentro de la Serpiente Primigenia, y he allí que veo a los ejércitos en guerra, y veo que a mi pueblo, el Pueblo Nuevo, derrotan las serpientes del vacío”.
La Criatura Nueva buscó una salida, y he aquí que llegó a la cabeza de la Serpiente Primigenia, y dirigiéndose a los ojos de ésta dijo: “Ayudadme ustedes, que todo lo han visto y todo lo saben”.
Y ocurrió que el ojo de la derecha dijo: “No te ayudaré, yo soy de oscuridad y mi momento no ha llegado aún”.
Pero el ojo de la izquierda dijo: “Te ayudaré, pues soy de luz, y ahora es que debo actuar”.
Cuentan los Dal’Shadoth que entonces el ojos izquierdo de la Serpiente Primigenia se arrancó de la órbita, y por ésta manaron ríos de sangre negra que era el vacío concentrado. Y entre la sangre negra brotó la Criatura Nueva, de la que el macho bebió la sangre y dijo: “He aquí que broto de nuevo, y he aquí me alimento del vacío. La Serpiente está herida, ahora le daré muerte”.
Pero la Criatura Nueva que era hembra, bebió de la sangre y dijo: “He aquí que algo se mueve en mi vientre, y temo que esta sangre negra me ha fecundado”, y se alejó para gestar a su hijo.
La Criatura Nueva, que era macho, se volvió contra la Serpiente Primigenia y con sus manos, poderosas y enormes como mil cielos, la estranguló y le dio muerte.
Gran confusión cundió entre las serpientes del vacío, que fueron muertas todas menos una décima parte, que escapó en todas direcciones del vacío, para buscar refugio.
Fue así que dio fin la Era de las Serpientes, y el Pueblo Nuevo, que eran dioses, tasajearon los cuerpos de las serpientes vencidas, y de su carne se dieron festín, notando como su poder crecía. Luego, con la piel y huesos de la Serpiente Primigenia dieron forma al mundo, y con la piel y huesos de las Sombras, las Hijas de las Sombras, del Pueblo de la Serpiente, y del Pueblo del Aguijón, dieron forma a las cosas que sobre el mundo hay, y cada uno del Pueblo Nuevo, hijos de la Criatura Nueva, dio forma a alguna criatura del mundo, siguiendo su gusto, su orientación y su propia forma, pues he aquí que todos los hijos de la Criatura Nueva eran de forma distinta, y ninguno era como su padre.
Y la Criatura Nueva, que era macho, dijo: “He aquí que la Criatura Nueva, que es hembra, se ha ocultado. Pero he aquí que el vacío se ha ocupado cn el Mundo, y el Mundo es hermoso y de mi agrado, y sobre el han de reinar mis hijos, el Pueblo Nuevo, que hoy son llamados dioses, y sobre ellos he de reinar yo, que hoy seré llamado Padre de los dioses, y a mi lado reinará al Criatura Nueva que es hembra, que hoy se oculta a mi vista, que será llamada Madre de los dioses.

1 comentario:

rshills_ss dijo...

esto tiene mucha relacion con la sabiduria hiperborea, pero mi duda persiste.