20070530

La Pronunciación

Se dice que allá, en La Confluencia, donde llegan todas las líneas, de todos los tiempos, de todas las creaciones, donde se hace el complicado trámite entre el final y el principio, y donde radica, asimismo, el punto medio de todas las cosas, allá habitaba El Conducto.
El Conducto carecía se conciencia, hasta el instante que decidió cambiar ese hecho.
Ahora, todos los instantes en La Confluencia son trascendentes, esto es, se extienden por siempre y lo abarcan todo, por lo que cada instante existe en sí mismo y sólo para sí mismo, y es sólo gracias al Conducto, que los instantes, inconmensurables por sí mismos, pueden entrelazarse, y ser medidos.
Así que en un instante, en una existencia infinita, donde nacieron y murieron estrellas, florecieron y colapsaron galaxias, El Conducto afirmó: "Yo Soy".
Ante el peligro inherente de tal instante, que podía destruir la suma de los cosmos, El Conducto los aisló, impidiendo que se entretejiera con los demás instantes.
La Pronunciación, ese instante del "Yo Soy", se volvió pues una realidad aislada, y allí dentro, por gracia de Las Palabras Afirmantes, florecieron las Creaturas de La Pronunciación, entidades que nacieron concientes desde el momento mismo de la creación de su universo, y que pulularon en busca de algo, en busca de un saber que se equiparara con La Pronunciación, que los hiciera sentir completos.
Un universo vivo, galaxias pensantes, estrellas tan sabias como viejas. Y los seres menores, de vidas efímeras, pero que eran explosiones de conciencia, de descubrimiento.
Cuando las creaturas se dieron cuenta de la naturaleza de su universo, lucharon por romper las barreras que los separaban del tejido cósmico, ansiosos por descubrir lo que había más allá, pensando que tal vez fuera aquello que les hacía falta para ser completos.
Desde su altísimo lugar, El Conducto permanencia ignorante a los esfuerzos de las creaturas de La Pronunciación, siendo de tal forma los hechos, que un instante pasó ante su esencia, un instante en el que las creaturas rompían los velos y dejaban penetrar las realidades externas en La Pronunciación. Y El Conducto entretejió el instante, sin darse cuenta de lo que contenía.
Y en este fragmento de la historia es que los antiguos se sienten confundidos pues, ¿cómo se puede explicar la ignorancia del Conducto, a menos que se piense en que las consecuencias eran inescapables y que todo estaba ya planeado?
Y así fue que, con el torbellino de las realidades entretejidas, La Pronunciación se disolvió, las creaturas vieron sus conciencias diluidas en El Todo, y El Conducto, en estertor de agonía, pensó "Ya no soy más", y regresó al estado en que actúa, y espera, pero no es conciente de sí.
Así fue que durante un instante inconmensurable, eterno, y minúsculo, El Conducto fue conciente, y después ya no más.
Y en los Cosmos Entretejidos, todo siguió como siempre.